Como dice cierta película de Kevin Kostner: “Si lo construyes, él vendrá”. Pero en realidad hay que decir “ellos vendrán”, y obviamente estamos hablando de los jugadores. El proyecto, que había recibido cierta prensa unos días antes, apareció en Kickstarter como tantos otros.
Con la diferencia de que ha causado una verdadera revolución: OUYA, una consola basada en el Nvidia Tegra 3 y con Android 4.0 como sistema operativo, a un precio de 99 dólares. Y la Web explotó. El proyecto necesita de mucho dinero, 950 mil dólares para ser exactos. Pero cuando un jugador quiere algo, lo demuestra con creces. El proyecto OUYA destruyó la barrera del millón de dólares en menos de 24 horas, se acerca rápidamente a los dos millones, y aún tiene 29 días por delante.
En lo personal, me considero un jugador “de ordenador”. He tenido un buen contacto con las consolas, pero los recuerdos más gratos que tengo a la hora de terminar una aventura o conquistar una galaxia tienen como referentes al teclado y al ratón. Sin embargo, la consola (sin importar marca o modelo) ha escrito una parte muy importante en la historia de los videojuegos, y algunos títulos son verdaderas obras de arte.
¿Pero qué está pasando ahora? Los dispositivos móviles y la nube han ganado terreno, y ambas cosas están llamando cada vez más la atención de desarrolladores que buscan tener un mayor alcance, provocando que se alejen de plataformas más tradicionales. El problema es que, lo que se gana por un lado, se pierde por el otro.
La serie “Angry Birds” me sabrá disculpar, pero la experiencia al jugar con una pantalla táctil es extremadamente limitada. Hay mucha gente que quiere un pad para jugar, y conectar uno a una tablet parece absurdo. Los juegos para tablets y móviles son cada vez más complejos y elaborados, al igual que el hardware disponible, pero el “proceso” de jugar se queda muy corto, además de ser más caro de lo esperado. Sabiendo eso, ¿cuál es la solución?
