No lo digo por ciertos políticos que siempre parecen estar en la Luna, ni tampoco por alguna gente de apariencia muy extraña que a veces encontramos por esas calles. Otto Martín Wolf: Hablo en serio.
¿El ser humano será de origen extraterrestre? ¿De alguna parte del cosmos alguien habrá enviado los embriones de lo que, con el paso de los millones de años, se convertiría en nosotros?
Si vemos las dificultades que presenta un viaje tripulado a un lugar “tan cercano” como Marte, imaginemos lo que sería enviar a alguien a otra galaxia.
Pues igual de difícil venir aquí, ¿no es cierto?
Es más sencillo mandar máquinas, como lo hemos estado haciendo desde hace varias décadas.
De hecho, las naves espaciales Voyager, enviadas en 1977, ya han salido del Sistema Solar y se adentran “donde ningún hombre ha ido antes”; en el infinito.
Posiblemente algún día muy lejano, de existir vida inteligente más allá de la Tierra (no lo dudo), servirán para comprobarle a otros seres que no están solos en el universo.
¿Qué hubiera sucedido si en lugar de enviar esas naves en 1977 lo hicieran ahora o dentro de diez años, incorporando la tecnología de que ahora disponemos?
¿Podríamos enviar nuestro código genético?
¿Podríamos mandar “la receta” para crear seres humanos? Más allá de eso, no creo que actualmente sea muy difícil incluir un pequeño laboratorio capaz de activarse por su cuenta al encontrar un medio ambiente apropiado y empezar la cadena que, desde seres microscópicos unicelulares, al cabo de millones de años, se conviertan en seres humanos, ni más ni menos como uno de nosotros.
Semillas de trigo depositadas en pirámides hace miles de años han germinado al plantarlas y eso que, posiblemente, no fueron dejadas ahí con ese propósito.
Esa es la idea: Creo que con la tecnología existente ya podemos enviar nuestra semilla a colonizar el cosmos.
Pero, ¿y si las cosas fueron al revés?
¿Qué tal si de “alguna galaxia muy distante, hace mucho, mucho tiempo” alguien envió exactamente lo mismo a la Tierra?
La semilla de la raza humana dentro de una nave u otro medio de transporte como podría ser un meteoro, un cometa o algo que aún no podemos imaginar?
Aún la casualidad puede haber sido la responsable; ¿qué tal si un planeta muy lejano fue destruido por una colisión con otro objeto y lanzado -convertido en millones de pedazos– a todas partes del universo?
Y esos pedazos viajaron durante mucho tiempo hasta que algunos cayeron por casualidad en la Tierra, donde las condiciones del medio ambiente eran las apropiadas para que “la vida germinara”, tal y cual esa semilla de trigo.
No existe evidencia científica de eso, aunque se han encontrado meteoros con algunos “fósiles sospechosos”, pero nada concluyente todavía.
Algo llama poderosamente la atención, no es muy científico pero sí extraño: ¿Por qué todas las civilizaciones, todas las culturas de todos los tiempos, han atribuido su origen al espacio (al cielo)?
¿Esa “semilla”, que habría llegado a la Tierra hace mucho tiempo, tendría la información para indicarnos de dónde venimos y el camino a seguir?
¿Será por eso que siempre nos hemos apasionado con los viajes espaciales o la visita de seres de otro planeta?
¿Seremos extraterrestres?
