Reconozcámoslo, hay vinos que no necesitan encomendarse al tiempo para brillar y, en esta categoría, los vinos jóvenes son la máxima expresión de cómo, sin buscar la complejidad de la crianza o la solemnidad del paso por barrica es posible cautivar a los paladares más exigentes. ¿Cómo? Lo cierto es que no existe una única razón, no en vano, el encanto de un joven Rioja o alguno de los múltiples exponentes de los mejores vinos blancos jóvenes reside tanto en la frescura como en la vivacidad que transmite el carácter de la uva. 

    Ya sean vinos tintos jóvenes o blancos espontáneos y llenos de vida, cada copa es un retrato sincero del viñedo y del trabajo del enólogo, sin adornos ni artificios. Son vinos que hablan directamente al paladar y conquistan por su naturalidad.

    Los mejores vinos jóvenes: frescura y expresión varietal 1

    ¿Qué hace especial a un vino joven?

    El secreto de los vinos jóvenes está en su elaboración. Este tipo de propuestas fermentan y se embotellan poco después de la vendimia lo que permite que conserven la intensidad aromática y la energía natural de la fruta. Este proceso les imprime unas señas de identidad distintivas que, entre otras cosas, se traducen en una mezcla de matices aromáticos con notas de fresa, cereza, manzana o cítricos según la variedad. 

    A ello se suma una acidez equilibrada que aporta frescura y dinamismo o, dicho de otro modo, hablamos de vinos ligeros, fáciles de beber y con una textura que cautiva desde el primer sorbo. El resultado es una propuesta que busca expresar la esencia del fruto, pero sin recrearse en la complejidad.  

    Vinos tintos jóvenes: pura fruta en copa

    Aunque, en general, todos los vinos jóvenes comparten ciertas características, si hablamos de expresividad, los vinos tintos jóvenes son probablemente los más conocidos dentro de esta categoría. Tempranillo, garnacha o mencía suelen ser las variedades que dan vida a este tipo de propuestas que, por lo general, tienen un perfil aromático dominado por frutos rojos y un paso de boca suave, jugoso y con taninos amables.

    Los mejores vinos jóvenes: frescura y expresión varietal 2

    El joven rioja, por ejemplo, ofrece un equilibrio perfecto entre fruta y frescor. Acompaña a la perfección tanto tapas, como carnes blancas o recetas mediterráneas gracias a un perfil desenfadado en el que, si bien se perciben las características propias de cada región, no lo hace así el peso del paso por barrica.

    Vinos blancos jóvenes: frescor y aroma

    Si los tintos jóvenes destacan por su expresividad frutal, los vinos blancos jóvenes seducen por su intensidad aromática y su delicadeza. Variedades como albariño, verdejo o sauvignon blanc son algunas de las más populares a la hora de crear etiquetas llenas de vitalidad, con notas cítricas y frutas tropicales. Mariscos, ensaladas, sushi… Su ligereza y frescura abren un universo de posibilidades en términos de maridaje, aunque, más allá del acompañamiento, son una excelente opción para quienes dan sus primeros pasos en el mundo del vino.

    Un universo de posibilidades

    No hay duda, los vinos jóvenes, ya sean tintos o blancos, tienen una virtud incuestionable, una versatilidad que los hace irresistibles para todo tipo de ocasiones. En la práctica, son la opción ideal para quienes buscan disfrutar del vino sin ceremonias y es que, basta una copa bien servida, una buena compañía y el deseo de saborear el presente para disfrutar de estas etiquetas en las que predominan los aromas frutales, una acidez equilibrada y una ligereza en boca inconfundibles.

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