Balankanche se encuentra a sólo 6 kilómetros de Chichén Itzá, por la carretera federal 180 en el Estado de Yucatán México.
La cueva de Balankanche debe visitarse por la belleza de sus formaciones naturales de piedra y por su importancia arqueológica como sitio ceremonial para los mayas. En la cueva se puede ver un espectáculo de luz y sonido que relata su historia.
El primer hombre de los tiempos modernos que vio el tesoro de Balankanche fue un guía turístico de Chichén Itzá. En 1959, mientras exploraba la cueva, Gómez descubrió un pasadizo que se adentraba en las cavernas. Tardó dos horas en seguir el camino que finalmente le llevó a encontrarse con los tesoros que dejaron los antiguos mayas hace 800 años.
Wyllys Andrews, líder de la expedición de la National Geographic Society que trabajaba en las cercanías, fue llamado inmediatamente para inspeccionar el descubrimiento. Al llegar a la cueva, se quedó asombrado cuando vio con el haz de su linterna frontal cientos de estalactitas brillantes que rodeaban una enorme estalagmita (parecida a una ceiba) que se extendía desde el suelo hasta el techo en el centro de la enorme bóveda. Cuidadosamente colocados alrededor de la base de esta inusual formación geológica, de la que se decía que era el «árbol sagrado dentro de la tierra», había una gran variedad de objetos ceremoniales, ofrendados al dios de la lluvia Tlaloc y dejados intactos durante siglos de oscuridad.
Años después de su redescubrimiento, la cueva de Balankanche se abrió al público, que ahora puede admirar los artefactos expuestos en los lugares exactos en los que se encontraron.
La Cueva de Balankanche está abierta al público todo el año, de lunes a domingo de 9 a 17 hrs. Se ofrecen visitas guiadas y espectáculos de luz y sonido en el museo de sitio, jardines botánicos, snack bar, áreas de descanso y estacionamiento.
