Ya lo recogió Homer al explicar cómo los griegos construyeron un caballo gigante de madera para derrotar a los troyanos: el engaño es uno de los conceptos más ligados a la historia de la humanidad.
Estas son las mayores estafas de la historia de la humanidad
Desde suplantadores de identidad, estafas millonarias, atletas tramposos… El ser humano no deja de sorprender con su ingenio para beneficiarse económicamente a costa de quien sea.
La venta de la torre Eiffel
Víctor Lustig se hizo famoso por vender la torre Eiffel. Claro que fue un gran engaño. Aprovechando que los medios habían publicado los problemas de mantenimiento del monumento parisino, Lustig se hizo pasar por un funcionario que debía vender la chatarra de la torre.
Seleccionó interesados, recaudó adelantos (y sobornos) y escapó.
El maratonista motorizado
Frederick Lorz fue un corredor estadounidense que participó en la maratón de los Juegos Olímpicos de 1904.
Fue el primero en cruzar la línea de meta, pero su engaño no tardó en descubrirse: tras correr durante 12 kilómetros, se subió en el coche de su entrenador y bajó cerca de la meta, donde llegó a pie como un atleta más.
El capitán Köpenick
En octubre de 1906, cuando tenía 56 años, el zapatero alemán Wilhelm Voigt se hizo pasar por un militar de Prusia.
Tras comprar un viejo uniforme de capitán y reclutar a un pelotón en Köpenick, Voigt se dirigió a Berlín y ordenó la detención del alcalde y del tesorero municipal. Fue condenado a 4 años de prisión pero fue indultado, por lo que sólo cumplió la mitad de la pena. Ahora se le conoce como “El capitán Köpenick”.
Ocho personalidades
Durante cinco años Frank Abagnale (1948) suplantó 8 veces su identidad y canjeó cheques falsos por 2,5 millones de dólares.
Su caso fue llevado al cine con la película “Atrápame si puedes”, dirigida por Steven Spielberg. Curiosamente, hoy dirige una compañía financiera de consultas por fraudes.
La estafa piramidal
Carlo Ponzi fue el creador de la estafa piramidal –o la estafa Ponzi–, un método en el que el timador busca a unos inversores que convencen a más inversores, y así sucesivamente. La inversión de los últimos es, en realidad, el beneficio de los primeros.
Ponzi (1882-1949) creó la empresa Securities Exchange Company, con la que prometía intereses del 50% en 90 días: una oferta a la que pequeños y grandes inversionistas sucumbieron en seguida.
El éxito del italiano hizo que las autoridades iniciaran una investigación con la que se descubrió que llegó a recaudar 15 millones de dólares.
Un muerto vivo
Conocido como “El gran impostor”, el estadounidense Ferdinand Demara (1921-1982) fingió su suicidio numerosas veces para suplantar la identidad de sus ex compañeros de la Armada de Estados Unidos.
El engaño más conocido, y el más grave, fue hacerse pasar por un cirujano.
El falso hijo de Sydney Poitier
David Hampton se hizo pasar por el hijo de actor Sydney Poitier para ingresar a la famosa disco Studio 54 de Nueva York y terminó ingresando a la elite de de Hollywood: Hampton pidió dinero prestado y convenció a varias estrellas para que le dejaran vivir en sus casas.
Melanie Grifith y Calvin Klein están entre sus víctimas.
Una estafa de US$ 50 mil millones
Bernard Madoff fundó en la década del ‘60 un fondo de inversión libre que mantuvo durante 20 años y con el que, a través del método de la estafa piramidal, embolsó unos 50.000 millones de dólares.
Tiempo después de descubrirse la trampa, su mujer afirmó que ambos se habían intentado suicidar al no poder sostener la situación. Maddof fue condenado en 2009 a 150 años de prisión.
Negocios oscuros
En 1995, Nick Leeson provocó la quiebra de la banca Barings, una financiera británica que tenía como clientes a la reina de Inglaterra o Napoleón III. Leeson hacía ver que invertía por otros, pero usaba el dinero de Barings.
Cuando los negocios empezaron a fallar, Nick abrió una cuenta secreta, la 88888, para recuperar el dinero perdido con nuevas operaciones. Apostó todo en el mercado de futuros de Tokio y perdió, dejando en la banca un agujero irreparable de 1.400 millones de dólares. Su historia fue llevada al cine en “Rogue Trader”, con Ewan McGregor.
Un Grammy al playback
Fabrice Morvan (1966, París) y Rob Pilatus (1965, Nueva York) formaron el grupo pop Milli Vanilli en Alemania en 1988. El éxito de sus temas los llevó a recibir, en 1990, el Premio Grammy al Artista Revelación del año.
Pero meses después, el productor del dúo admitía que Fab y Rob no cantaban los temas, sino que se limitaban a hacer playback y poner la imagen a las tapa de los discos. Algo que, por cierto, les hizo perder el premio.
Fuente clarin.com