El pecado de la carne humana, el morbo por lo prohibido puede llegar a límites impensables para la mayoría de las personas.
Para muchos, decir que alguien está para comérselo llega a la literalidad absoluta. Nos gusta la carne humana, pero ¿hasta el punto de comerla?
Seguramente tengas presente la imagen de Hannibal Lecter cuando devoraba a sus víctimas. A alguien como tú y yo preferiríamos esa canción que decía “devórame otra vez”, por su connotación sexual. Pero veremos a continuación cómo muchos se lo tomaron muy a pecho, y terminaron zampándose a sus víctimas e, incluso en un caso, a un voluntario.
¿Tan exquisita será la carne humana?
Las crónicas de quienes probaron la carne humana no la señalan como el mejor manjar. Comparándola en muchas ocasiones con las carnes de res o de cerdo, podría llevar a la decepción a quienes pensaron encontrarse con una nueva delicia, pues desde insípida hasta con durezas están descritos en ocasiones su sabor y textura.
Así como las mejores reses comen los mejores pastos, la carne humana puede que no sea de las mejores por esa falta de buena alimentación que nos señalan muchas organizaciones.
No sabemos qué habrán comido los que pasaron a mejor vida dentro de los estómagos de los más famosos antropófagos, pero al menos podemos contar con los testimonios de Omaima Nelson, que describe a su esposo con un sabor exquisito, seguramente lo comparaba con lo que fue antes de estar en su plato, y así tranquilo y sin que la maltratara se convirtió en el esposo perfecto.
El japonés Issei Sagawa sintió unas ganas locas de devorar a su novia holandesa, y eso fue lo que hizo. Como algunos con el pollo, a él también le gustó más el muslo que la pechuga.
Armin Meiwes recibió la comida a domicilio voluntariamente, pero no se quedó muy satisfecho. Hay gustos para todos.
