Cuando se piensa en una aplicación o software, lo primero que se piensa es en el proyecto final, funcionando y sin problemas. Pero lo que muchos olvidan es que para que el proyecto final llegara al usuario, hubo todo un proceso dividido en etapas, donde en cada una de ellas había pruebas que validaban la información.
Algunas empresas ven las pruebas como un mero formalismo, y hasta hace unos años pocas empresas se preocupaban por tener un sector de testing. En el pasado, los propios programadores realizaban esta tarea y muchas veces dejaban pasar ciertos detalles. Ahí es donde entra el analista de pruebas, un miembro del equipo que comprobará más allá de los estándares, verificando el funcionamiento del programa en situaciones que pasarían desapercibidas para los programadores porque no son tan comunes.
Al crear un proyecto de software, en un principio tenemos todas las especificaciones y reglas, las cuales serán enviadas a un equipo que programará el código que dará forma al proyecto. A menudo, por estar familiarizados con los entornos de desarrollo, los programadores tienden a pensar que su código no contiene errores y que basta con seguir una receta y todo saldrá siempre bien. Esto termina convirtiéndose en un problema, debido al exceso de confianza.
Además, si el proyecto es una aplicación, por ejemplo, hay diferentes dispositivos, con diferentes tamaños de pantalla y diferentes sistemas, cada uno con sus propias características únicas. Por lo tanto, si bien el testing es fundamental en todos los proyectos, los de aplicaciones móviles deben tener pruebas aún más exhaustivas.
Es importante tener en cuenta que el testing puede no eliminar todos los problemas del proyecto final, pero un adecuado testing minimiza las situaciones inesperadas y los problemas que pueden perturbar la experiencia del usuario final.
La idea de probar un software (ver Qalified) puede parecer simple al principio. Después de todo, ¿no sería solo usar la aplicación y ver si no ocurre ningún problema? Si bien esto parece correcto, si se usa la aplicación desde una perspectiva personal difícilmente se puedan detectar todos los errores relevantes.
Para realizar pruebas eficientes, los testers realizan una planificación de pruebas teniendo en cuenta todo el flujo de la aplicación, además de su experiencia en otros proyectos similares. Estas pruebas son diferentes para cada parte del proceso de desarrollo de la aplicación.
De forma práctica se puede dividir las pruebas principalmente en 3 fases. Las pruebas de la primera etapa comienzan incluso antes de iniciarse la programación. Estas pruebas se planifican a partir de las reglas y objetivos de la aplicación, y se realizan por separado en cada una de las pantallas de la aplicación, utilizando escenarios sencillos de pruebas.
En la segunda fase, las pruebas suelen estar dirigidas a ver la aplicación funcionando como un todo, explorando situaciones anómalas o problemas del día a día, como dispositivos con especificaciones de sistema muy diferentes, factores como internet, recuperación de pantalla, además del flujo de trabajo de la aplicación como un todo.
Finalmente, la tercera implica que el analista rehaga ciertas pruebas de las fases anteriores y que además verifique los informes de otros que pueden haber probado la aplicación.
