Está en la plenitud de su vida: sin ataduras de ninguna índole, rodeado de una familia que lo hace enormemente feliz y con un éxito teatral en Broadway que da peso a su carrera artística de manera fulgurante. Y a sus 40 años, esto es solo el principio.
Ricky Martin de nuevo es neoyorquino. Siempre tuvo una predilección especial por esta ciudad, en la que vivió en 1996 por casi un año cuando hizo “Les Misérables” en Broadway, se enamoró de una estilista de belleza polaca, y se perdía en la ciudad recorriendo Central Park, sus museos o el barrio griego de Astoria.
Hoy está de nuevo en Nueva York como protagonista de la obra “Evita”, en la que comparte los créditos con la actriz argentina Elena Roger y el estadounidense Michel Cervaris. Al margen de una entrega total a su nuevo desempeño artístico, que le exige una férrea disciplina para cubrir ocho funciones semanales, integra a sus rutinas neoyorquina paseos con sus hijos, Matteo y Valentin, cenas ocasionales durante los fines de semana con su compañero Carlos González Abella, y apacibles reuniones familiares con su madre y unos cuantos amigos cercanos.
Ricky es un príncipe. Siempre gentil. El diría que sí a todo. Y a todos. Así lo hizo durante mucho tiempo y su vida estuvo a punto de quedar sin control. Días difíciles, que lo llevaron a la India y al Tibet a meditar y a reflexionar profundamente sobre su misión como ser humano y como artista. Hoy, es sensato y sabe decir no. Con gracia. Entre los No está el poner límite a la solicitud de entrevistas. Si aceptara todas ése sería su trabajo de tiempo completo. Ha concedido ruedas de prensa, algunas exclusivas para publicaciones como “Vanity Fair”, “Entertaiment Weekly”, y otra para “The New York Times”, que aparecerá en estos días.
Desde que decidió confesar su homosexualidad, Ricky habla de todas las facetas de su vida “sin miedos ni tapujos”, frase que le encanta, pero, cómo dice en su autobiografía “Yo”, “hay cosas que me guardo que son profundamente mías y prefiero que así lo sigan siendo”. Es quizás por esto que las respuestas y temas que aborda en todas las entrevistas sean muy similares.
Nos propusimos descubrir otros perfiles de Ricky y sin intentar transgredir esa intimidad que protege con tanto celo, entrevistamos a una decena de personas cercanas a él y en conversaciones de confianza se atrevieron a develar algunos rasgos secretos del ídolo puertorriqueño.
Generosidad. Sus amigos cercanos, las personas que han trabajado con él estrechamente y miembros de su familia, entre ellos un primo viviendo en Nueva York, coinciden en describirlo como una persona generosa, siempre solidaria ante circunstancias difíciles que puedan enfrentar. Todos saben que de Ricky pueden esperar palabras de aliento, un respaldo concreto o un consejo oportuno.
Ipod. Su selección es variada, Ricky disfruta profundamente la música, más allá de su interés profesional, y entre las selecciones que escucha cuando hace sus rutinas de ejercicio, por ejemplo, puede mezclar temas de La Lupe, Gilberto Santa Rosa, Caetano Veloso, Celia Cruz, Carlos Gardel, Charlie García, Shakira, Madonna, Bruce Springsteen y hasta Mozart
Vida en familia. Vive con sus hijos, Valentín y Matteo, en un edificio de alta seguridad en Nueva York, acompañado de su madre, Nereida Morales, y la niñera puertorriqueña Rosa, a la que todos llaman cariñosamente Rose y quien conoce a Ricky desde hace más de 20 años. De manera habitual, los visita Carlos González Abella, pareja del cantante, quien por motivos de su trabajo como asesor financiero viaja constantemente. Lo que más disfrutan los pequeños por ahora es visitar a su padre en el teatro y comer con él, o bien jugar en el salón infantil del edificio donde viven, cuando él tiene un poco de tiempo.
Libros. Ricky siempre ha amado la lectura, y aunque está bajo la presión de una agenda cerrada, encuentra tiempo para disfrutar a sus autores predilectos, antes de dormir, entre ellos Gabriel García Márquez, Paulo Coelho, Mario Vargas Llosa, Luis Rafael Sánchez, Isabel Allende y J.K. Rowlin, entre otros.
Equipo de trabajo. Desde hace ya varios años, cuenta con un grupo sólido de profesionales que lo asesora en las decisiones cruciales de su carrera, presidido por el gerente de su empresa artística, su representante personal, José Vega, y sus jefes de prensa, John Reilly y Rondiné Alcalá, entre otros.
Memoria de elefante. Ricky recuerda nombres, rostros, letras de canciones, anécdotas… Es uno de sus rasgos que lo enorgullecen de manera personal, y esa buena memoria le hace siempre tener presentes los cumpleaños de sus seres queridos, lo que le gusta a sus amigos… Como dice una persona cercana a él, “puede verte una vez, y diez años después recordar dónde te conoció y de qué charlaron”.
Placeres. La comida es uno de los grandes placeres del cantante, aunque intenta controlarse para mantenerse en buena condición física y en su dieta siempre están presentes la ensalada César y el salmón. Sin embargo, no resiste la tentación de una buena pasta italiana, y ahora que está en Nueva York en ocasiones visita “Nello”, exclusivo sitio especializado en platillos de la Toscana, u ordena tacos al pastor de un restaurante mexicano, “Mole”. Desde los días en que vivió en México, tiene debilidad por la comida de ese país.
Prendas de vestir. Quienes conocen cercanamente a Ricky, dicen que le gusta vestir de la manera más sencilla cuando está en casa, con prendas holgadas en color blanco, estilo indio, de algodón. En cuanto a su imagen pública, confía mucho en su representante, a quien llama Joselo; él conoce sus gustos y a ojos cerrados puede elegir lo que le agrada a Ricky, en tiendas exclusivas de Londres, Nueva York, París o Madrid, y nunca se equivoca. Sus prendas de gala incluyen diseños de Georgio Armani, su amigo personal.
Boda. Una de las preguntas con que bombardean a Ricky cuando lo abordan los reporteros. Aunque ha dado todo su respaldo al matrimonio gay, la única respuesta en su caso es una seductora sonrisa y una frase breve: “No por ahora”.
Por Norberto Bogard
Fuente piederecho.com